A pesar de reconocer el dolor que nos causa la vida tal y como es, y el daño que nos hacemos unos a otros, me gustaría que abriéramos una pequeña ventana a otras realidades que se están dando a la vez, y que muchas veces pasan desapercibidas.

Todos los días hay millones de gestos nobles, bondadosos, cuidadosos, entre las personas.

Si tomamos el ejemplo que a todos nos tiene últimamente conmocionados, como es la guerra en Ucrania y me permito recordar que es la guerra número 64 de todas las que están activas en nuestro planeta, esto por supuesto no la hace menos terrible de lo que es, pero sí que nos da cuenta de cómo podemos vivir con gran perturbación unos hechos que son terribles pero no únicos y como el foco informativo transforma la realidad que percibimos. Bien, dicho esto, incluso en esos momentos que son los más terribles que un ser humano puede vivir, donde todo tu mundo está amenazado, incluso ahí, se dan grandes y pequeños gestos de bondad.

En el metro de Kiev donde las personas se refugian de los bombardeos, muchos artistas han puesto a disposición su arte, hacen conciertos, obras de teatro, todo lo que pueden para combatir el miedo de sus conciudadanos.

La generosidad de los seres humanos no es nueva, simplemente no le prestamos atención. Cuando sucedió la tragedia de las torres gemelas, muchas personas salieron de sus casas a ayudar noblemente, arriesgando incluso su propia vida, para socorrer a personas desconocidas. En París cuando sucedió el atentado a Bataclán, igualmente las buenas gentes abrieron sus casas para permitir que desconocidos entraran en ellas y se refugiaran.

Y aquí en nuestro país no tenemos tan lejos los peores momentos de la pandemia, donde vimos cómo el personal sanitario sin medios para protegerse de la infección, cuidó a los pacientes arriesgando su propia vida, y poniendo en riesgo también a sus familias. Recordamos como muchas personas desde sus casas, se pusieron noblemente a contribuir con lo que tenían a su alcance: mujeres cosiendo gorros y batas; donaciones particulares para que empresas pudieran fabricar este material; restaurantes enviando comida a diario a los hospitales y a hogares necesitados. Un sinfín de gestos nobles, todo el mundo quería ayudar y cada uno lo hacía como podía.

Si, como humanos somos terriblemente crueles con nosotros mismos, pero también somos nobles, altruistas, generosos, somos capaces de sentir el dolor de los otros, y de intentar aliviarlo.

Con la guerra de Ucrania hemos visto como se han organizado caravanas particulares, han conseguido llevar material de primera necesidad y traer refugiados. Y lo han hecho personas que se han organizado solas poniendo su tiempo, su dinero y su mejor voluntad con la única intención de ayudar a sus compañeros humanos.

No intento que obviemos las terribles experiencias de dolor que suceden cada día en el mundo. Pero sí que me empeño en que salgamos de la burbuja del miedo y la catástrofe, porque es cierto que somos seres temerosos, que tener miedo está en nuestra naturaleza, y tiene un sentido evolutivo, pero tener tanto miedo como estamos padeciendo en los últimos tiempos, nos hace sentirnos infelices, ansiosos y deprimidos. Los medios de comunicación conocen muy bien nuestro sesgo para sondear las amenazas y nos sirven en bandeja todos los días no solo los hechos, sino los futuribles terroríficos que sucederían en el peor de los escenarios posibles.

Unas noticias son sustituidas por otras de forma curiosa, ya nadie se acuerda de la guerra de Afganistán, que tanto nos hizo sufrir el verano pasado, ya no hay foco allí, nadie sabe que terminó pasando con los cooperantes españoles que estaban pendientes de salir de país, y con las mujeres que se manifestaban a pesar de la opresión, ni con los chavales a quienes les pusieron armas en la mano y se paseaban por las ciudades.

Intento con estas reflexiones que escojamos cuidarnos. Y para ello me parece necesario que encontremos el equilibrio entre informarnos de lo que pasa en el mundo, de una forma lógica y mesurada. Me parece importante también que prestemos atención a todo aquello que no se cuenta que tiene que ver con lo anteriormente mencionado, con todos los gestos nobles y bondadosos de los que somos capaces cada día. Y tú ¿prestas atención a los gestos bondadosos que recibes ?, ¿eres conscientes de los que realizas?.